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Sentir sus manos al tocarme es un gesto de amor, pero de un amor tan pobre...
Sus manos no son las mismas, cada día son más toscas y más frías.

Me hacen daño pero necesitó su caricia para acordarme que existo, que siento y que veo, ya no sólo sus manos si no su rostro de cansancio.

Su mirada es distinta, cada día más triste.
Ya no me sonríe ni con la mirada y menos con la boca, esa curva que tanto me gusta se fue y no sólo la sonrisa, el también.

No hay noche.

Que descaro este sentimiento, tan vació, tan simple tan ahogado en si mismo
 no hay ojos para mirarte no hay manos para tocarte ni sentimiento tan puro para amar,
 no hay noche para llorar.
Tus manos ya no tocan las mías, mis ojos ya no ven lo que ve mi corazón ya no siento
 lo que tu siente, la ausencia de este fruto tan simple que fue creciendo poco a poco
 fue destruyéndose, sin que te dieras cuenta que fuiste alejando y cuando menos te
 lo esperabas estabas tan lejos que no conocías el camino a casa.

Mírame una vez más, grítame con tu mirada, grita lo que quieras, solo mírame
compasivamente y  dime que me amas, así sea de lejos, así sea mentira dime
 que me amas, porque te necesito, faltaran mil noches para ahogar mis penas, mírame
 por favor soy  solo una simple criminal de sentimientos pero criminal por haber robado algo tan tuyo.
Desde tu partida te digo dime que me amas y vuelve a mi lado pase lo que pase sin miedo a nada lo daré todo, no hay noche  no hay caricias ni besos no hay ojos que mientan ni boca que hable ni oído que escuche lo que tengo para decirte en esta noche tan lúgubre.